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Francisco Nuñez 1913

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Pino abeto alemán / German Spruce

Back and Sides - Fondo y Aros - Fundo e Lateral ou faixas - Fond Éclisse - Fondo - バックとボディサイド
Ciprés

Fingerboard - Diapason - Escala - Touche - Tastiera - フィンガーボード
Ebano / Ebony

 



Francisco Nuñez
NÚÑEZ RODRÍGUEZ, Francisco.—Notable guitarrero español. Nació en Santa
María de Tebra, de la Provincia de Pontevedra, el 9 de Abril de 1841; hijo de
Dionisio Núñez y María Rosa Rodríguez. En el año 1858, llegó a la
Argentina, radicándose en Buenos Aires; ocupándose en varios trabajos de
índole diversa, entre ellos de pana¬dero, hasta que entrando en el ramo de la
madera, lo entusiasmó el noble oficio de guitarrero. En el taller del
constructor Ramírez, de Buenos Aires, suegro este del guitarrista Gaspar
Sagreras, hace sus primeros estudios en el camino que más tarde tantos triunfos
le depararía. En 1870 concibe la formación de la casa que lo prestigiara, en
sociedad con un hermano, José Fernández y otro amigo. Todos desertan por las
pocas perspectivas que el negocio ofrece, quedando en la lucha únicamente
Francisco Núñez, quien luego de algunos años de intensa e infatigable labor,
se hace notar como el primer industrialista del mundo, en guitarras, superior a
Salvador Ibáñez, de Valencia, que ya en esa época había acaparado la mayor
parte del mercado hispánico y sus colonias, más la América Central. En el
año 1894, en pleno "auge" su negocio, efectúa un provechoso viaje a Europa,
desde don¬de trae todo el montaje de maquinarias modernas, que le permitan la
fabricación en gran escala. Un incendio, en 1907, destruye la vieja casa de la
calle Cuyo 726 (no¬menclatura antigua) donde estaban ubicados sus talleres.
Pero inmediatamente se reconstruye un edificio moderno, lo que es hoy Sarmiento
1628. De la importancia de su casa y firma, es ilustrativo el hecho que en 1910
se le ofrecían por el transpaso $ 400.000; no aceptó, y antes de seis años se
funde por mala administración de algunos de sus familiares, rematándose y
quedando pobre el que fuera el primer industrial del mundo en la construcción
de guitarras. A las reuniones de Casa Núñez, de que alude el artículo que a
continuación insertamos, acudían los guitarristas más celebrados de la
época, como Juan Alais, o -como le llamábamos cariñosamente "Juan el
Inglés", y para quien Núñez construyera su mejor guitarra, con una expresiva
dedicatoria que bordeaba la boca de la plantilla, en artísticos tafiletes y
mosaicos;.el viejo compositor, entonces joven, Pedro M. Quijano; el buen
ejecutante Juan Valler; Julio S. Sagreras, José Vázquez, Rómulo Troncóse, y-
aficionados distinguidos, como el General Francisco Leyría; doctores Echayde y
Marco; señores Castells, Quiroga, Villanustre, Díaz, López, Giménez,
Méndez, Lafemina, Lara, Centurión: Gregorio y Miguel, Maciá, Villagra,
Fernández, Avellaneda C., doctores Servando Galle¬gos y Guillermo Valdez, y
por fin el Comandante Funes. Otro de los mejores ejemplares de guitarras
Núñez, fue adquirido por mi intermedio, por el discípulo Dr. Roberto Ezcurra,
ejemplar éste que ganó algunos premios en varios certámenes de América. A la
construcción de manos de Núñez se le podrán encontrar algunos defectos en su
manufactura, pero no en su sonido que supera en el caso de los dos ejemplares
citados a los mejores de Torres y otros grandiosos guitarreros. "El País", que
se publicaba en Buenos Aires, refiriéndose a nuestro biografiado, dijo el
19-VIII-1900: "Desde que en la Casa Rosada (sede del gobierno) hay actualmente
un ministro guitarrista (ver Escalante) de los que hacen llorar la bordona, y
tenemos jueces y legisladores, médicos, abogados y hasta sabios que se entregan
con pasión a las intimidades del poético instrumento, dedicándole horas
preciosas, y existe además
 
un brillante núcleo de damas que han devuelto a la guitarra, su figuración en
las reuniones distinguidas, bien po¬demos permitirnos algunas notas sobre el
tema, a propó¬sito de una agradable fiesta que anoche fuimos invitados. Don
Francisco Núñez, que ha inaugurado en su fábrica de guitarras, un salón
destinado a tertulias de guitarris¬tas, profesores y dilettanti, tiene derecho,
por conquista le¬gítima, a elogios periodísticos que no deben ser confundidos
con la reclame comercial de uso corriente. Se trata de un industrial meritorio,
que después de muchos años de persistente trabajo, ha triunfado en toda la
línea en el desarrollo de su industria, en la expansión de su capital, en la
perfección de su arte y que apenas ha obtenido esa victoria material, ganada
con inteligencia y tesón, se preocupa de dar a su casa ambiente artístico,
reuniendo en ella a los cultores de esa música poética y seductora, que nunca
muere, sin duda, por nutrirse de sueños y ternuras cuyo mejor exponente
desarrolla en los sonidos excepcio¬nales de la guitarra; pues cuando emergen de
las seis má¬gicas cuerdas las delicadas creaciones de un temperamento musical,
esos sonidos no se parecen a los de ningún otro instrumento,' siendo más puros
y vigorosos dentro de su tenue vibración, que los del arpa y de la cítara.
Núñez no es un vulgar constructor de guitarras; en la esfera de su trabajo es
un artista. De su casa salen anualmente cuarenta mil guitarras (no hay
exageración en el da¬to), pero de esa enorme cantidad, Núñez no interviene
personalmente sino en la confección de un pequeño lote. Apenas veinte o
treinta guitarras construye él cada año; pero cualquiera de ellas es superior,
en calidad y sonidos, a las mejores que pueda construir la más acreditada
fá¬brica de España. En el estudio especial que Núñez ha hecho y que empieza
desde la elección y estacionamiento de las maderas, hay detalles curiosísimos,
pues a cierta altura de la construcción y cuando hay que ajustar o pegar
pequeñas piezas del instrumento, no se trabaja sino a de¬terminada
temperatura, cuidando de que no exista hume¬dad, bajo las indicaciones del
termómetro y del baróme¬tro. Y mientras Núñez trabaja con ese amor de
artista, sus quince o veinte guitarras especiales, sus talleres mecá¬nicos
vomitan mil guitarras por semana. Es así como los precios varían desde tres
pesos a cuatrocientos pesos cada una, aunque es cierto que si unas son guitarras
las otras son instrumentos".
Don Francisco Núñez Rodríguez fue un varón ejemplar. Su honradez siempre
estuvo situada en el punto central de los deberes del hombre. Su temperamento
más bien místico lo hacía reflexivo, exento de apasionamientos que las más
de las veces nos obligan a rectificar. Muchos profesionales deben a aquel
austero gallego lo que son, pues más de una vez los ha ayudado. Debeirios
recordar que la primera audición intima del autor de este Diccionario fue dada
en su casa el 8-1-1908, o sea a los ocho días de su llegada al país,
vinculándolos luego, una estrecha amis¬tad jamás debilitada. Núñez
falleció pobre y olvidado muy injustamente. La Argentina, grande dentro de su
juventud, lo es gracias a hombres como el que nos ocupa, forjadores de la
riqueza industrial del país. Su deceso acae¬ció en Buenos Aires el 22 de
Junio de 1919.

Extraído del Diccionario de Domingo Prat

 

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